¡Le era tan familiar esa biblioteca! Todos los días la recorría palmo a palmo: tomaba los libros que aguardaban silenciosos sobre las mesas, leía sus títulos e, imaginándose a su anterior lector, los hojeaba sin embarazo.
Aquella vez se encontró con el antiguo volumen del Extricatio Laberynthi Dividui et Individui:
-"Qué extraño"- se sorprendió-, "nunca había escuchado de semejante libro".
Entonces, lentamente como quien saborea lo desconocido, comenzó la que sería su última lectura:
"No ha habido, ni hay en todos los océanos del Derecho, un piélago más turbulento, profundo y peligroso que el tratamiento de lo divisible e indivisible:...*".
Y allí, en la biblioteca, cuerpo y mente se confundieron en la más infinita oscuridad.
*"...ni los más sabios juristas están a salvo de perderse en él".
2 comentarios:
Está muy bueno Renán, te felicito. Los dos hicimos lo miso, yo también publiqué en el blog mi cuento no-ganador...
Saludos, y como dicen las paletitas del helado, sigamos participando...
Se agradece, la verdad es que en un punto adquirió vida propia y ahora mismo tiene un tenor bien distinto al original..
Un abrazo, aparezco por tu blog!
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