sábado, 22 de enero de 2011

Un asunto humano, demasiado humano





Un Troll es útil porque nos revela que nuestras ilusiones bellas
se construyen sobre un mundo horroroso.
Alejandro Jodorowsky

Estimad@,

Junto con saludarle cordialmente, le escribo para dar cuenta de los hechos acaecidos con fecha de hoy y que, según conozco, han generado gran revuelo. Le solicito paciencia para expresarme latamente y así producir en Ud. la mayor inmediación posible:

"El día miércoles 12 de enero, en circunstancias que, conforme al procedimiento, he tenido la oportunidad de conversar telefónicamente con la mayoría de los clientes, he obtenido de una señora -a quien presumí secretaria-, la información de que los ejemplares destinados a su oficina no habían llegado. La misma persona, en un tono raramente agresivo y prepotente, me solicitó la entrega "personal" de otros ejemplares del mismo número de manera "inmediata", incluso antes de revisar el problema que ocurría con el respectivo envío. Aquella vez, convenientemente, asentí de manera parcial a su petición -pues no aceptaba negativa alguna-, sin perjuicio de iniciar una investigación interna que concluyó en que la dirección con la que contábamos no correspondía al domicilio actual del destinatario.

El día de ayer di cuenta de esta situación recibiendo por respuesta que dicha cliente mantenía un "trato especial" ya que no era raro que devolviera ejemplares para su cambio al más mínimo detalle de presentación.

Pues bien, atendidas estas circunstancias, el día de hoy hice una visita en terreno para verificar el domicilio actual del cliente en cuestión, presentarme debidamente y dar una muestra de un ejemplar en calidad mediana. Al llegar al domicilio ubicado en una zona comercial de Providencia, me di cuenta de que el cliente correspondía a una distribuidora de textos y que estaba en sus bodegas. Fui recibido por la mencionada señora quien -apenas me había presentado-, me increpó en duros términos, no sólo rechazando la calidad del texto que llevaba conmigo sino que rechazando también de manera muy descortés la posibilidad de recibirlos vía correo postal.

Ante esta situación del todo desagradable intenté - en un plan conciliador-, llegar a un acuerdo: Le hice saber que -en conformidad al compromiso que se mantenía con ella antes de que yo tomara el encargo-, si bien podía gestionar la distribución pendiente por medio de un estafeta que procuraría entregarle ejemplares recién impresos de la Revista, en lo sucesivo dicha gestión no estaba contemplada en nuestras políticas.

La señora -a esta altura completamente fuera de sí y en un tono ostensiblemente indecoroso-, me respondió que en mi calidad de funcionario la sola misión que me tocaba era de realizar el encargo tal cual ella lo solicitaba. Esta vez mi respuesta -algo imprudente, lo admito-, fue que yo no era sino un egresado de la Universidad. Inmediatamente ella sugirió que en cuanto me pagasen a igual conclusión había que llegar. He ahí cuando realicé un segundo comentario que también admito imprudente: -"Su Distribuidora está el plena libertad de suscribirse a la revista o no hacerlo"-.

En este punto, a tal nivel de incomunicación habíamos llegado que claramente no había más que hacer en esa bodega. Si en un principio pensé que iba a encontrarme en una oficina donde podría conversar acerca de la manera más conveniente para realizar la referida distribución, ahora había perdido toda esperanza de urbanidad y me encontraba con una señora amenazante que gritaba cómo "iba a ver" que volvería a entregarle las revistas tal cual "ella quería" mientras desesperadamente llamaba por teléfono. ¿Qué podía hacer sino una retirada lo más elegante posible? Ya había cometido dos imprudencias motivadas por un trato personalmente vejatorio -no iba a exponerme a nuevas faltas de respeto- y no estaba dispuesto a seguir en una posición que además de desventajosa, era desde todo punto de vista desagradable."
Así las cosas, el curso de acción queda en sus manos. Entiendo que han habido nuevos hechos que pueden determinar cuestiones referidas a este procedimiento de distribución. Estoy a lo que Ud. disponga. Por mi parte, reconozco mis faltas ya referidas - sobre todo el hecho inicial de dirigirme a la oficina del cliente sin noticia-; pensé que era lo más adecuado conforme a lo expuesto. Pensé que iba a ser un asunto envuelto en una cordialidad formal, estrictamente laboral. Nunca pensé que iba a devenir en un asunto humano, demasiado humano.

Muy atentamente,

Su humilde servidor.

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