miércoles, 27 de agosto de 2008

El Caballero Oscuro


Ya suspendida la interpretación simbólica de Rabbit, indemnizo a los lectores con una serie de ideas interpretativas sobre la reciente película de Christopher Nolan, catapultada como una de las mejores (sino la mejor) película de superhéroes de todos los tiempos.

Esta idea se basa en la fantástica fotografía, que ciertamente refleja la oscuridad de la ciudad contemporánea, y la magnífica dirección, que se vuelca al desarrollo de los personajes principales de manera diferenciada pero narrativa (el filme comienza con la definición de Harvey Dent, sigue con el paradigmático problema del superhéroe: "el desenmascaramiento" y finalmente con lo que llamo la indefinición caótica del Guasón). Nota aparte merece la actuación de Heath Ledger, donde debe incorporarse el trágico final del actor, que agranda la leyenda.

Pero que todo esto quede para los críticos de cine y los fanáticos de Batman (quienes sin duda discutirán si prefieren la interpretación del australiano o de Jack Nicholson). Vamos a lo nuestro:

Existen al menos tres capas interpretativas de la película. A un primer nivel, encontramos la nueva historia del murciélago, que se enfrenta tanto a su psicópata enemigo, como al narcotráfico y a la corrupción de Ciudad Gótica. Sufre la pérdida de su amada y la degradación del fiscal de la ciudad, Harvey Dent, el cual se lanza a vengarla. Al final del filme reconocemos en los habitantes de Ciudad Gótica una moralidad oculta, que les impide -tanto a habitantes "comunes" como a reos-, matarse entre sí. Es en esta capa donde nos sorprendemos con la tecnología con que dispone el héroe (en ambas facetas, como Bruce Wayne y como Batman), sus habilidades en artes marciales (ninjitsu), y nos conmovemos con la ayuda incondicional de sus consejeros Alfred y Fox.

En una segunda capa encontramos la lucha entre el bien y el mal. Como señala Ernesto Priani, el filme le otorga al inconsciente del espectador la idea de que el verdadero mal es inescrutable, sin historia ni fundamento conocido. Tendenciosa entonces corresponde la investidura terrorista del Guasón y su inicial apoyo a la mafia de la droga.

Respecto del bien que se le opone, menos auspicioso es el mensaje. El caballero blanco, el fiscal Harvey Dent, sucumbe ante la tentación del desorden. El Derecho no resulta suficiente para lograr la concreción de la Justicia. El abogado ni siquiera vence al menor de los males de la ciudad -la corrupción policial-, que finalmente genera su degradación. Ésta, utilizada por la gran imaginación del Güasón, determina la muerte de la heroína, Rachel Dawes. Es en aquel momento en que Dent sufre la quemadura de la mitad de su rostro para luego proponerse matar en venganza.

Así las cosas, es sólo el oscuro justiciero quien puede vencer las desatadas fuerzas malignas. Maquiavélicamente, la violencia impartida por el caballero oscuro se justifica en cuanto medio que atiende a fines nobles. En el epílogo de la película se nos aplica un "suavizante": la supuesta moralidad de la sociedad estadounidense, toda vez que la gente, ante una treta del Güasón, no accede a asesinarse mutuamente para salvar sus vidas.

En resumen, en esta segunda capa se legitima la violencia en cuanto contrapeso al terrorismo, al narcotráfico o a la corrupción. Se legitima el abuso policial, la guerra preventiva, la represión. Ayudada con la paradoja de los barcos -también llamada del prisionero-, la apuesta es por una supuesta moralidad en esta legitimación, una que excluiría a la autotutela o justicia de propia mano. Al final, entonces, la película propone la autonomía de algunas "fuerzas oscuras" como condiciones necesaria para equilibrar la balanza de la justicia.

Ahora bien, existe un tercer nivel explicativo-simbólico complementario al anterior. Corresponde a una visión mítica-psicológica. Este filme tiene un motivo asimilable a los mitos griegos, comúnmente analizados en psicología profunda. La particularidad de esta película radica en que da un vuelco hacia la referida legitimación de la violencia, desfigurando el constructo original.

Lo explicaremos a partir de los personajes principales :

1.- El asón es el monstruo. Sicótico con rasgos esquizofrénicos, su único interés parece ser el caos. Pone a sus interpelados en situaciones de decisión fatal tal como lo hace la Gorgona o la Esfinge. Representa a la "imaginación exaltada", la cual confunde, irrita y agrede moralmente al héroe. Es fascinante y genial, tan creativo como destructivo (tomemos como ejemplo las historias de sus cicatrices). Desdeña de toda lógica, lo cual es fácilmente intuido en el momento en que quema el dinero, símbolo del utilitarismo moderno.

2.- Harvey Dent. Abogado de la ciudad empeñado en limpiarla de toda delincuencia. Es un lógico empedernido que procura tener todo bajo control. Pone su voluntad por sobre la realidad, hasta el punto de enfrentarse al azar modificando una moneda y hacerla de dos caras. Su postura es ambiciosa y arriesga su vida para cumplir sus metas. Carece de empatía, como lo demuestra la escena de la fiesta, donde no comparte con los invitados, y más bien parece arisco a pasar un buen momento.

Ambos personajes simbolizan la exageración de lo que hemos llamado "los hemisferios del cerebro". Tanto el Güasón como Dos Caras son personajes fracturados. El primero es fuente de toda enfermedad mental y el segundo al que intentando infructuosamente alienarse de toda emoción, finalmente colapsa. Destaco que todos los villanos de Gotham City tienen sendos problemas psicológicos: En este caso el Güasón es un psicópata con rasgos esquizoides y Dos Caras tiene claramente un severo trastorno bipolar. Sin embargo esto se repite en otras entregas: Pingüino sufre de un cuadro edípico, Acertijo de un narcisismo evidente y Gatúbela -en la interpretación de Pfeiffer por ejemplo-, de un complejo de inferioridad.

3.- Batman. Héroe que se contrapone a ambas fracturas. Debe armonizar ambas facultades para hacer frente a las adversidades. Su propósito intuitivo es evidente, atemorizar a los malvados con su traje en forma de murciélago. Además, al carecer de poderes sobre-humanos se apoya en la tecnología más avanzada (que no es otra cosa que lógica aplicada).

Interesante es analizar su anti-alias, Bruce Wayne. Es excéntrico, encantador, millonario y un tanto irrespetuoso de sus pares. Todo un playboy. Toda una imagen deliberada, una máscara para ocultar a Batman. Sí, una máscara tal como la que efectivamente usa al enfrentarse a sus enemigos. No es más que un reflejo de todo hombre en su lucha contra la exaltación imaginativa y la trivialidad (de la lógica pura, carente de imaginación).

Esta interpetación del héroe como aquel que busca la armonía se confirma con ciertos antecedentes. En primer lugar concordemos que Batman tiene vocación oriental, reflejada principalmente en su formación ninja. La filosofía del Yin-Yang es simbolizada a través de sus consejeros, Alfred y Fox. Por una parte, Alfred es quien aconseja al héroe en un nivel emocional. Es la voz de la experiencia y la intuición. Tiene un cariz maternal, y es más, esconde la carta de Rachel para evitar el sufrimiento de su amo. Fox, por la otra, es su consejero técnico. Lo asesora en cuanto a lo que a tecnología y cálculos estratégicos se refiere. Su cariz es paternal. Alfred es blanco, Fox, negro.... ¡Yin-Yang!. (En el símbolo oriental, el blanco no carece de negro ni viceversa, por eso es que, deliberadamente, los directores señalaron al negro como analítico y al blanco como intuitivo, e invirtieron los cánones conocidos).

Ahora bien, esta interpretación no es más benigna que la anterior. Ante la muerte de Dawes, que se insinúa en el momento en que ella le entrega a Alfred una carta de rechazo para Wayne, se trunca la posibilidad del héroe de satisfacer su objetivo espiritual. Común es el final de cuentos de hadas en el cual el héroe se casa con la princesa, símbolo de la concreción del proceso final de individuación (en pocas palabras, se funde el amor). En este caso, al contrario, con la desaparición de la heroína, no sólo se elimina toda posibilidad de que el verdadero bien supere al mal, según el modo de ver de Priani, si no que además se elimina en Batman cualquier tipo de compromiso pacìfico, quedando en el público la inconsciente necesidad de violencia, legitimada en los fines justicieros del héroe. ¿Qué mejor remate que la escena final, donde el héroe, atento con su condición de salvador, se hace perseguir por los lacayos de la ley?




2 comentarios:

Anastácio Soberbo dijo...

Hola, me encanta el blog.
Lo siento no escribir más, pero mi español es malo escrito.
Un abrazo de Portugal

Renán. dijo...

Conversando con un amigo sobre esta película, y en especial sobre la escena final de los barcos, me hizo notar algo que dejé escapar en el artículo.

Resulta que la problemática que le plantea el güasón a los ciudadanos y reos de Ciudad Gótica se llama "Dilema del Prisionero".Constituye en un juego de dos personas en el cual hay dos posibilidades: "cooperar" o "no cooperar", sin saber del actuar de su contraparte.

El "no cooperar" (en este caso apretar el botón que acciona el explosivo en el barco contrario) significa máxima ganancia individual, y máxima perdida del contrincante (el otro barco). Ahora bien, el "cooperar" (no accionar el botón), puede significar la máxima pérdida individual (si el contrincante no coopera), o el máximo beneficio mutuo (si el contrincante coopera).

Así las cosas, el actuar intuitivo de desertar en accionar el botón de los personajes, es un acto cooperativo, que conlleva máximo beneficio social.

Esta escena entonces, que apelando a la intuición del obrar cooperativo, puede ser explicada científicamente.

Intuición e inteligencia al servicio del Amor.

(Más sobre La Teoría de Juegos y el Dilema del Prisionero en http://www.cdam.lse.ac.uk/Reports/Files/cdam-2001-09.pdf).